Nos empeñamos en vivir tan por encima de nuestras posibilidades
que se nos olvida disfrutar el momento. Nos creemos que se nos va a pegar el arroz y que no vamos a
poder retroceder para aprovechar nuestro tiempo. Somos tan ingenuos que
queremos crecer lo más rápido posible.
Queremos que lleguen los 18 no
se por qué pero bueno se me ocurre la idea de tener carnet de coche, porque
luego queremos que lleguen los 20, por eso de salir sin ataduras. De aquí
pasamos a los 25, imaginamos una
vida más estable, trabajo y vehículo, a poder ser un pisito. Nos hacemos a la idea de los 30, una
pareja estable y de ahí pasamos a los 40. Supuestamente
la mejor edad con los hijos ya algo criados y con una estabilidad total. Aquí
solamente pensamos en jubilarnos, que como sigan así las cosas será a los 70
años.
Nos tiramos así toda la vida, pensando en como gastar nuestro
tiempo, sin objetivos cortos que nos recompensarán mucho más que pensar en un futuro lejano que igual ni llegamos a conocer.
Imaginaros, para poneros en escena y hacer una breve metáfora: "un niño que aún va con pañales que pide su
libertad marchándose de su cuna, con una maleta llena de juguetes, de piezas de
madera pintadas a pincel, un par de monedas y su osito de peluche cogido de la
mano. Quiere avanzar, aprender, que la
vida le golpee, que se caiga y se tenga que levantar y toda esa mierda que nos
dicen que es madurar y aprender a vivir.
Se empeña en salir una
gris mañana de invierno y únicamente tiene alrededor de su cuello una gruesa bufanda
de lana que fue tejida por su madre, unas botas y una chaqueta que le cuelga
por debajo de las rodillas. Lo más triste de esa mañana es su mirada. Gesticula
vagamente. Sabe que lo que está haciendo es una locura, pero quiere aprender…
La gente lo mira cuando camina por la acera, pegado a la pared y rozando su cazadora
con los escalones que sobresalen. Él, agacha la cabeza y sigue caminando, hacia
ningún lado.
No se ha parado a pensar
que es eso: un simple mengajo, que únicamente tiene que llorar, dormir y reír
entre las paredes de su casa. Lo demás viene solo, con el largo tiempo que a
todos nos encadena."
¡Basta
de perder el tiempo en vivir deprisa!
Pero es tan difícil…
Padecemos tanto estrés…
Sólo tienes que salir a la calle para comprobarlo: gente alborotada con el coche dando pitorrazos a diestro y
siniestro, madres a las que les sirve cualquier escusa para chillar a sus hijos. Llamadas, muchas llamadas: el trabajo, la pareja,
el banco, el móvil en la mano en todo momento.
Gente quejándose por todo,
largas colas con largas caras.
Gente que trabaja de cara al público que ha
discutido con su pareja y no sabe dejar esas cosas en casa. Preocupaciones y más preocupaciones,
etc. y os aseguro que podría llenar varias entradas de este blog con
situaciones muy similares.
http://himasanpablo.com/que-estres/
Si
viviéramos más relajados viviríamos más lo que nos toca vivir en cada momento.
Porque es precioso salir a dar
una vuelta y ver a los enamorados como se besan, a un niño pequeño que
se está comiendo un helado de chocolate y se está poniendo perdido y la madre lo
que hace es echarle un par de fotos. Da gusto cederle el asiento o dejarle
pasar en las colas a las personas mayores, porque te abren su vida y te cuentas
asombrosas historias.
No tenéis mas que poneros
en el lugar de estas situaciones, y comparar en qué momento disfrutáis
más y en cual desearíais no salir de casa.
“
Sólo existe dos días al año en que no se
puede hacer nada. Uno se llama ayer y
otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y
principalmente vivir”
Dalai Lama.
Y recordar que únicamente estamos de paso, tenemos fecha de caducidad. Así que, ¿qué pretendéis hacer?
@desoalvi
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