Yo, natural de la sierra del Segura al que pertenece un pequeño pueblo llamado Socovos, puedo decir que estoy completamente enamorado de los paisajes, pozas y espléndida fauna y flora distribuidos por cada hectárea de terreno que confieren estas sierras. Tal vez, este amor por la naturaleza ha sido el responsable de mi actual estado educativo, a punto de terminar la maravillosa Ingeniería de Montes, tan discutible para algunas malas bocas y tan poco conocida y tan desechada, que por supuesto, plasmaré en otra entrada en este mismo blog.
Tengo el orgullo de dar a conocer, para quien no conozca, a este histórico personaje tan importantísimo en mi Sierra.
Para ello aprovecho y expongo parte de un trabajo que he realizado, donde cito las características más importantes, acontencimientos y hechos más importantes que han surcado por las crestas de estas sierras.
Tengo el orgullo de dar a conocer, para quien no conozca, a este histórico personaje tan importantísimo en mi Sierra.
Para ello aprovecho y expongo parte de un trabajo que he realizado, donde cito las características más importantes, acontencimientos y hechos más importantes que han surcado por las crestas de estas sierras.
Enrique Mackay fue el ingeniero de montes que estuvo al frente de
la sierra de Cazorla durante 26 años, interviniendo de forma muy decisiva en su
ordenación, repoblación y cuidado. Se centró en cambiar la tendencia a la
destrucción que sufría la sierra. Quiso normalizar y controlar las acciones de la política forestal de postguerra en
estas sierras, lo que finalmente desembocó en su expulsión del Cuerpo de Montes por su defensa de la sierra de Cazorla.
Don Enrique Mackay Monteverde 1931.
Estuvo en puestos
altos de la Administración Forestal del Estado y en la Escuela de Ingenieros de
Montes
Fue considerado
como el padre de la reforestación del
Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas.
Mackay describió
la pésima situación en la que se encontraban estos montes, ya que algunos
acontecimientos de la política nacional afectaron directamente a los medios que
se empleaban argumentando la defensa del monte así como los trabajos de
conservación. Algunos acontecimientos que determinaron la paralización de los
trabajos fueron la reducción de ingresos, el escaso rendimiento personal junto
con un régimen desquiciado y unas leyes ineficaces que se incrementaban gracias
al estado de guerra. Se percató y puso en marcha la reactivación de la
actividad. Se trataba de lograr el abastecimiento nacional de productos
esenciales en una época de destrucción de la economía nacional y de falta de
importaciones indispensables.
Estos montes que
eran el principal ingreso del Patrimonio, eran el fruto de las actuaciones
continuadas de Enrique, de ahí a que se
le reconozca como el padre de la regeneración y supervivencia de estas sierras.
A la izquierda un aserradero y a la derecha la saca fluvial en el embarcadero del Guadarquivir
Acciones que
llevó a cabo fueron la preparación de arrastraderos, planes de mejora específicos
para cada monte, estudio y valoración del m3 de madera, estudio de
la situación del personal forestal, entre otras muchas cosas.
Algunas
propuestas en concreto fueron: “Memoria, Cálculos de Valoración y Pliego de
Condiciones Especiales para la subasta de productos maderables del monte del
Estado Navahonda. Cazorla.” y “El Presupuesto de obras de carreteras en el
monte del Estado Navahonda. Cazorla”.
Otra propuesta es
la de “Disposiciones contra las roturaciones y por la restauración forestal en
la Sierra del Segura”, donde realiza un análisis de la evolución negativa de la
sierra, causada por el incremento de roturaciones. Esta propuesta seguía uno de
los objetivos fundamentales: la reforestación, capaz de aportar beneficios
sociales y económicos.
Aprovechamientos para traviesas
Otra propuesta
motivada por la intensa demanda tras la Guerra y el nefasto aprovechamiento en
la elaboración de piezas fue “Propuesta
de Disposición sobre concesiones cortas en montes de particulares”, con
posibilidad de intervención del Estado para reservar las trozas de ciertos
diámetros con fines de interés social, como
eran las traviesas de ferrocarril.
Finalmente lo
cesaron de su puesto en 1940 (tras
largas idas y venidas con procesos legales de por medio) en la Dirección de la
Escuela de Montes por
<<necesidades del Servicio>>, simplemente por defender la
sierra de Cazorla. Pero no se dio por
vencido. Siguió estudiando los trazados para la saca de madera, la condición de
persistencia, la importancia de la degradación lenta y de la torrencialidad difusa dando por conclusión una dura crítica
a las intervenciones de privatización de los montes, como las desamortizaciones
de bienes públicos forestales que derivaron en según él: “terrenos forestales enajenados, seguidamente arrasados y más tarde
presa de la esterilidad” ó “la supresión de trabas legales y de intervención
estatal”. Aunque más tarde se volvería a pensar en él para que controlara
las acciones planificadas en las sierras que consistirían en cortas extraordinarias
y que eran muy importantes, que más tarde se acordarían otras de mayor
consideración todavía tras acuerdos con las compañías de ferrocarriles.
Mackay trasladó a
sus superiores su preocupación por los daños que se iban a causar tras estas
cortas excesivas realizadas sin ningún criterio selvícola.
Palabras suyas
que merecen ser puestas en este trabajo son las siguientes: “Después de todo, lo importante es que no
arrasaron la Sierra de Cazorla tal como iban a hacer. Mis proyectos de
ordenación y mis instrucciones a los ingenieros a pie de monte prevalecieron”.
Sierra de Cazorla (Wikimedia Commons)
@desoalvi