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miércoles, 19 de noviembre de 2014

Enrique Mackay y sus queridas Sierra del Segura y Sierra de Cazorla.

          Yo, natural de la sierra del Segura al que pertenece un pequeño pueblo llamado Socovos, puedo decir que estoy completamente enamorado de los paisajes, pozas y espléndida fauna y flora distribuidos por cada hectárea de terreno que confieren estas sierras. Tal vez, este amor por la naturaleza ha sido el responsable de mi actual estado educativo, a punto de terminar la maravillosa Ingeniería de Montes, tan discutible para algunas malas bocas y tan poco conocida y tan desechada, que por supuesto, plasmaré en otra entrada en este mismo blog.

          Tengo el orgullo de dar a conocer, para quien no conozca, a este histórico personaje tan importantísimo en mi Sierra.

          Para ello aprovecho y expongo parte de un trabajo que he realizado, donde cito las características más importantes, acontencimientos y hechos más importantes que han surcado por las crestas de estas sierras.

          Enrique Mackay fue el ingeniero de montes que estuvo al frente de la sierra de Cazorla durante 26 años, interviniendo de forma muy decisiva en su ordenación, repoblación y cuidado. Se centró en cambiar la tendencia a la destrucción que sufría la sierra. Quiso normalizar  y controlar las acciones  de la política forestal de postguerra en estas sierras, lo que finalmente desembocó en su expulsión  del Cuerpo de Montes  por su defensa de la sierra de Cazorla.

Don Enrique Mackay Monteverde 1931.

            Estuvo en puestos altos de la Administración Forestal del Estado y en la Escuela de Ingenieros de Montes

            Fue considerado como el padre de la reforestación  del Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas.

Mackay describió la pésima situación en la que se encontraban estos montes, ya que algunos acontecimientos de la política nacional afectaron directamente a los medios que se empleaban argumentando la defensa del monte así como los trabajos de conservación. Algunos acontecimientos que determinaron la paralización de los trabajos fueron la reducción de ingresos, el escaso rendimiento personal junto con un régimen desquiciado y unas leyes ineficaces que se incrementaban gracias al estado de guerra. Se percató y puso en marcha la reactivación de la actividad. Se trataba de lograr el abastecimiento nacional de productos esenciales en una época de destrucción de la economía nacional y de falta de importaciones indispensables.

            Estos montes que eran el principal ingreso del Patrimonio, eran el fruto de las actuaciones continuadas de Enrique,  de ahí a que se le reconozca como el padre de la regeneración y supervivencia de estas sierras.


A la izquierda un aserradero  y a la derecha la saca fluvial en el embarcadero  del Guadarquivir


            Acciones que llevó a cabo fueron la preparación de arrastraderos, planes de mejora específicos para cada monte, estudio y valoración del m3 de madera, estudio de la situación del personal forestal, entre otras muchas cosas.

            Algunas propuestas en concreto fueron: “Memoria, Cálculos de Valoración y Pliego de Condiciones Especiales para la subasta de productos maderables del monte del Estado Navahonda. Cazorla.” y “El Presupuesto de obras de carreteras en el monte del Estado Navahonda. Cazorla”.

            Otra propuesta es la de “Disposiciones contra las roturaciones y por la restauración forestal en la Sierra del Segura”, donde realiza un análisis de la evolución negativa de la sierra, causada por el incremento de roturaciones. Esta propuesta seguía uno de los objetivos fundamentales: la reforestación, capaz de aportar beneficios sociales y económicos.

Aprovechamientos para traviesas
           
            Otra propuesta motivada por la intensa demanda tras la Guerra y el nefasto aprovechamiento en la elaboración de piezas  fue “Propuesta de Disposición sobre concesiones cortas en montes de particulares”, con posibilidad de intervención del Estado para reservar las trozas de ciertos diámetros con fines de interés social, como  eran las traviesas de ferrocarril.

            Finalmente lo cesaron  de su puesto en 1940 (tras largas idas y venidas con procesos legales de por medio) en la Dirección de la Escuela de Montes por  <<necesidades del Servicio>>, simplemente por defender la sierra de  Cazorla. Pero no se dio por vencido. Siguió estudiando los trazados para la saca de madera, la condición de persistencia, la importancia de la degradación lenta y de la torrencialidad  difusa dando por conclusión una dura crítica a las intervenciones de privatización de los montes, como las desamortizaciones de bienes públicos forestales que derivaron en según él: “terrenos forestales enajenados, seguidamente arrasados y más tarde presa de la esterilidad” ó “la supresión de trabas legales y de intervención estatal”. Aunque más tarde se volvería a pensar en él para que controlara las acciones planificadas en las sierras que consistirían en cortas extraordinarias y que eran muy importantes, que más tarde se acordarían otras de mayor consideración todavía tras acuerdos con las compañías de ferrocarriles.

            Mackay trasladó a sus superiores su preocupación por los daños que se iban a causar tras estas cortas excesivas realizadas sin ningún criterio selvícola.


            Palabras suyas que merecen ser puestas en este trabajo son las siguientes: “Después de todo, lo importante es que no arrasaron la Sierra de Cazorla tal como iban a hacer. Mis proyectos de ordenación y mis instrucciones a los ingenieros a pie de monte prevalecieron”.

Sierra de Cazorla (Wikimedia Commons)


@desoalvi

 

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